jueves, 8 de mayo de 2014

Estiro los brazos y de las palmas de las manos me salen túneles de anillos que lo abarcan todo a la vez. Llevan mi energía al otro lado del Universo. Mis manos sostienen un enjambre de galaxias distantes: bailo y creo sismos cósmicos que reproducen al espacio. Mi enjambre está a unos 400 millones de años luz hacia la constelación anfibia de Capricornio. La NASA la llama Galaxy Group HCG 87, yo la llamo alma de árbol o bichos de diamante o mi lejanía. Somos dioses sosteniendo mundos (galaxias, montañas, perros o arañas, a todos nos toca algo distinto), creando ecos que desdoblan el eterno fractal.


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