domingo, 14 de junio de 2015

Telaraña de luz y sonido

I

La poesía que se arrugue
que se haga chiquita y
se quede atrapada en la esquina de mi oreja
que a donde quiera que vaya guarde una sílaba
un fonema que lo tiña todo alrededor.

Y mi cuerpo,
ay el cuerpo, siempre
atrapado en un instante que nunca acontece
solo junto a una ventana, las pupilas apuntando al sol
para que cada cono, cada bastón rasgado
me otorgue una señal
un color que recuerde al humano como tentáculo:
agua de mar fértil
donde el universo cobra vida.
Nuestros sentidos tejen redes eléctricas
de membranas vegetales
animales o dioses.

La telaraña es mayor a la araña,
¿sabían que afinan sus cuerdas?

Mientras tanto mi cuerpo espera
las fibras de mis ojos reaccionan
y algo me quiere decir la obstinada luz
algo que siempre estoy a punto de recordar.


II

¿Qué significarán las notas?
le recuerdan algo a mi alma
Un corpúsculo de sentido
vestido por Tití La Mountagne
que además lleva taladro y
atraviesa martillo, yunque y estribo.
Quién sabe a dónde llegue
yo no le creo al cerebro ni a su presencia
hueca, incrustada en un instante que más
parece una ausencia,
yo no le creo a quien se olvidó que los sentidos
son sensores que contienen capas,
todo contiene capas, carajo, a quién podría
olvidársele que por los ojos no sólo entra luz
que las notas no son sólo sonido en el sentido
físico del término, o mejor: sonido tiene un
significado más adentro, más interior si se quiere,
o que el cerebro está, también, en otra parte para
ponerlo en sus términos.

¿Cuántas regiones habrá?