Tu foto. Miro tus ojos en el espejo y me pregunto qué significa la nariz. Qué las
nalgas. Por qué me gustan tanto las nalgas, qué significan. No es porque me
recuerden unos panquecitos y los panquecitos mi infancia o la seguridad o un sabor
delicioso, aunque eso no me dice mucho, en todo caso, qué significa el placer y
qué el dolor. Alguien podrá decir que las cosas no significan nada, que son lo
que son, eso dice Alberto Caeiro, que más extraño que todos los sueños de los
poetas y todos los pensamientos de los filósofos es que las cosas sean
realmente lo que parecen y no haya nada que comprender. Pero a mí no me importa
lo que Alberto Caeiro piense del mundo, escribe unos bellos poemas, pero es
evidente que no todos sentimos o percibimos las mismas cosas. A veces se me
adormecen los sentidos y se me despiertan otros, llamémosle sensores, porque
eso son los sentidos, bueno, eso somos nosotros, un pequeño sensor del
universo, un tentaculito, en fin, a veces se me desadormecen otros sentidos y
percibo cosas diferentes, ¿cómo explicar algo que no existe?, no se puede, mas que
con lo que existe. Pobres de nosotros los humanos condenados al lenguaje, a ese
límite inconmensurable, a esa leve cárcel de oro. El lenguaje siempre miente,
lo más potente que tenemos es la luz y el sonido, así nomás, solos, desnudos, y
aquí coincido con Caeiro, no significan nada sino ellos mismos, luz y sonido.
Todo oculta algo, todo oculta otra capa, y cada capa te manda a la siguiente
hasta que ya no hay nada porque todo es lo mismo. No sé, me imagino algo así
como la doctrina budista del vacío, aunque no me atrevo hablar mucho de eso
siendo occidental, siendo mexicano que ponemos 23 letreros de tránsito en menos
de 500 metros mientras que avenidas kilométricas no tienen ni uno. Tierra
absurda, quizás por eso digo absurdidades, quizá eso enseña el maíz, nopal y
chile, esos tres dioses terribles que me susurran secretos, pero quién habla
vegetal hoy en día, yo no, lo entiendo un poco pero no lo hablo, cómo se
traduce el vegetal, no se puede, quizás con luz y sonido, pero no soy fotógrafo
ni músico, sólo digo palabras, pobres palabras cansadas, pobre telaraña de luz
volátil, ¿cómo se teje la luz?: es una ilusión, como cualquier cosa que
digamos, es un conjuro a quién sabe dónde. Y por más palabras que diga jamás
formaré esa foto tuya mirándote en un espejo, esa expresión en tus ojos que me
dice algún secreto profundo e inefable, quizá incomprensible. Esa forma de
tu nariz y tu boca, el ángulo que forman, ya había visto ese ángulo en alguna
nube, en algún cactus, en todo tu cuerpo, y me desespero y me dan ganas de
callarme porque qué sentido tiene todo este palabrerío, ninguno, sólo quiero
contemplar tu foto para siempre, tu foto que tal vez no signifique nada, sólo
tu foto para mí, sólo las emociones e intuiciones que despierta en mí, sólo ese
misterio insondable de todas las cosas, como un fractal, que cualquier
partecita contiene al todo. Si fuera más cursi diría que en esa foto veo al
universo, como ese poema de Adonis:
“ Cuando hundo mis ojos en los tuyos
veo el alba profunda
veo el antiguo ayer
veo eso que ignoro
y siento que pasa el universo
veo el antiguo ayer
veo eso que ignoro
y siento que pasa el universo
entre tus ojos y yo. ”